Domingo 8 de
abril
Llegó la
primavera hasta la puerta grande y ya la
yerba
ofrece un verde
de matices azulados.
Las flores rojas
del melocotonero, aún no del todo abiertas,
forman pequeñas
bolas.
Se han esfumado
los ribetes de jade verde que tenían las
nubes, y ahora
son nada más que jade blanco.
Quieto está el
polvo.
Yo, en un sueño
profético que es fácil de entender, rompí y
vertí una copa
llena de primavera.
Pesa sobre las
transparentes cortinas la sombra de las flores…
Li Ts’ing Chao
(s.
XI – XII )
La
primavera en Pekín llega sin avisar y dura apenas diez días. Casi
imperceptible, la fresca brisa desaparece y las temperaturas suben de 10º a 25º
C. Hoy el campus está lleno de árboles en flor y la contaminación parece, sólo
parece, haberse tomado unas vacaciones. De hecho el sol está nítido, como un
cuadro hiperrealista más que el cielo de Turner al que esta ciudad acostumbra;
entre los sauces y los pinos brotan los árboles más bajos con un colorido de
lunares, casi digno de una Feria de Abril. El manzano silvestre chino, tan
pálido, compite con el ardiente melocotonero durazno formando todo un soneto de
color, que me recuerda al lilio y clavel gongorino. Las lilas blancas, tan
presumidas, penden de los árboles y se
dejan mecer por el aire mientras la flor tersa del ciruelo se aferra a las
ramas como un bebé al pecho de su madre. A medida que me adentro en el campus
el sonido del tráfico va desapareciendo y ganan protagonismo los pájaros. No sé
que ocurrirá cuando el sol apriete y lleguen los insectos, pero hoy, la
universidad está cerca de convertirse en
un auténtico locus amoenus.
Hola Catarina,
ResponderEliminaracabo de descubrir tu blog pekinés. Parece escrito desde otro planeta, pero seguro que tú estás rompiendo tantos tópicos que China te parecerá cada vez menos exótico.
Un abrazo.
Hola Paco,
ResponderEliminarNo he podido responder antes. En China no hay acceso ni al blog, ni a Facebook. Tuve que enviar a España los artículos,y desde aquí, me los iban colgando, pero no pude leer hasta ahora los comentarios. Gracias por visitar El país de las sóforas.
Un abrazo,
Catarina