Miércoles, 22 de febrero de 2012
El
viaje a un país como China comienza mucho antes de tomar el avión, cuando
buscas en tu biblioteca los versos de Tu
Fu, y Li Po, Los Cuatro Libros de
Confucio o El barco de orquídeas, la
antología que Kenneth Rexroth editó sobre poetas chinas. Antes de que te de
tiempo a abrir El secreto de la flor de
oro estás dentro del avión, sobrevolando Siberia, preguntándote cómo será
la ciudad de Omsk, justo bajo tus pies, mientras la pantalla te indica que
vuelas a casi 1000
kilómetros por hora y que la temperatura exterior es de
67º bajo cero.
Y sigue avanzando la noche. Una noche que comenzó a las dos de
la tarde hora española, mientras tú cruzabas Polonia, y que como una
premonición sólo terminará cuando llegues a Beijing. La noche y el día, como el
yin y el yang: Asturias, despidiéndote con un espectáculo digno del Met de
Nueva York, del blanco de las cumbres y las olas del Cantábrico al sol oculto
bajo el cielo gris de Pekín. El profesor Wang Lei me estará esperando.
Me reconoce,
intuyo quién es y cuando la puerta del aeropuerto se abre ante nosotros me
digo: ahora sí que comienza todo, 180 días en Pekín.
Pues a disfrutarlos! Cómo me gustan esas barcas? Cómo se llaman y dónde están? En un lago?
ResponderEliminarBesos!