Jueves, 12 de abril
La
vida es un universo de luces y sombras y de
escasas estrellas. Al igual que los planetas se mueven en su propia
órbita, el ser humano recorre inconscientemente un único camino, una y otra
vez. Sólo unos pocos rompen su elipse y se arriesgan a pensar. Se convierten
entonces en astros, oscilantes unos, otros tenues, pero brillando siempre por sí mismos. Este
pensamiento va tomando forma mientras escucho las palabras directas de Ferran Adrià.
La casualidad
hizo que esta tarde viniese al Instituto Cervantes. Al entrar en su biblioteca,
descubrimos a un grupo de periodistas girando alrededor del gran chef. Nos
informan de que hoy dará su conferencia en el centro, pero que es imposible
asistir. Todo está completo. Vemos cómo le fotografían, y nos quedamos con la
sorpresa de quien acaba de ver a un “famoso”, sonríe, y vuelve a su rutina. En
este caso, hurgar en la filmografía, o perderse en los anaqueles de la
biblioteca mientras dos de mis alumnos descubren la poesía de Juan Ramón
Jiménez. La fortuna estaba de nuestra parte ese día; al irnos nos comentan que
quedan cuatro plazas libres y que
podemos escucharle.
Ferran
Adrià es un hombre vitalista, positivo, y con una gran pasión. Es, además, y
esto es lo que realmente me fascinó, un filósofo. Si nuestros cimientos
occidentales desde los presocráticos se basan en el pensamiento, esto es lo que
ha hecho Adrià. Pensar, ¿y qué piensa? En su profesión, la gastronomía. Y con
las ideas ha innovado, y con éstas ha revolucionado el mundo de la restauración
llevándonos a la vanguardia culinaria. En su conferencia destacó la importancia
de la creatividad, del trabajo en equipo, y especialmente del riesgo que hay
que correr si uno quiere llevar a cabo sus ideas. Adrià es uno de los pocos
investigadores que es también empresario, y que ha tenido la visión, y la
generosidad suficiente como para crear escuela. Hoy hay 2500 chefs repartidos
por todo el mundo que han pasado por El Bulli. El estar en la vanguardia es una
actitud ante la vida. Quien quiera
avanzar en su profesión, debe conocer su tradición, primero, y después, pensar.
Y ésta es la enseñanza fundamental que nos ha dejado esta tarde Adrià: pensar.
Si
la vanguardia es estar en constante movimiento, siempre hacia delante, los
nuevos proyectos del chef más famoso del mundo nos abrirán a una nueva
dimensión: desde una Wikipedia especializada en gastronomía hasta un futuro
museo o una fundación propia con fines investigadores. Los quinientos
afortunados que puedan degustar su arte a partir del 2014 que no esperen
encontrar una cocina complaciente. Al igual que la música clásica contemporánea
no es fácil de escuchar, ni siempre entendemos la alta costura, o las nuevas
tendencias de ARCO, la restauración de Adrià tampoco es cómoda. En La deshumanización del arte Ortega y
Gasset hablaba del esfuerzo que exigían los nuevos movimientos artísticos. Y
esto es lo que han hecho los grandes genios de la Historia. Nos provocan,
estimulan nuestros sentidos y abren nuestra mente. Probablemente la comida de
Ferran Adrián no nos guste pero de lo
que sí estoy segura es de que a nadie le dejará indiferente.
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