Viernes, 24 de Febrero.
Apenas he llegado y ya tengo
muchas anécdotas. Para no cansaros os contaré una de ellas. En la
residencia nos limpian el apartamento. Tocan a mi puerta al día
siguiente de mi llegada, y abro. Una china muy amable que sonríe me dice en
buen chino que si puede pasar a limpiar. En ese momento me
acuerdo de que al ducharme todo el agua había salido de la bañera, porque
la cortina, mohosa, y con un fétido olor estaba esa mañana de
vacaciones. Total que como no tenía nada para secar el suelo tuve que
recurrir a las toallas y con gestos, y más gestos, le conté lo que había
pasado. Ella me dice que esa toalla no es para el suelo sino para el
cuerpo. Y yo, moviendo la cabeza de arriba a abajo, que sí, que ya lo
sé, y vuelta a señalar la ducha, mover la cortina, etc, etc...
Bueno, después de media hora en la que la buena señora no paraba de
hablar, algo que fonéticamente sonaba como guanchunchenchijaaAAAAtaete,
claro, ¿verdad?. En fin, como os iba contando, la buena señora me
retira todas las toallas, tanto las
limpias como las sucias. Intento
cogerle las limpias explicándole que no hace falta que las cambie, que
están limpias y sin utilizar. Pero mientras me hablaba el
guanchunchinchejuuuuu sujeta con tal ímpetu las toallas que desistí de mi intento.
Pensaba que sería un derroche ecológico lavarlas si estaban
limpias, pero ante tal insistencia, no tuve más remedio que ceder y que
se llevara las toallas. Al menos lo había intentado. A mi llegada de
la facultad, iba pensando en darme una buena ducha caliente, cuando
me doy cuenta de que faltan las toallas. Afortunadamente llegó el
profesor que acompaña a los lectores y le dije que por favor pidiese
toallas. Wang Lei, tan eficiente, habla con la encargada de la
limpieza y después de diez minutos de intercambios fonéticos me dice en
su correcto castellano que las toallas sólo son para los que se
quedan una noche y que tengo que comprarme toallas. Pero después
de examinar mi apartamento, no sólo fueron las toallas, sino los
platos, cuchillos, tenedores, y todo lo mínimo que uno puede necesitar
para sobrevivir durante seis meses. La nota a pie de página es que el
personal de limpieza, hacen su trabajo tan concienzudamente que limpian
todo excepto los muebles, y después, venden al mercado negro aquello
que los lectores han tenido que comprar durante su estancia. Así
es que si te paseas por la trastienda encuentras todo un conjunto de
utensilios que podrán venderte a distinto precio, todo consiste en
la necesidad con que te vean, y en el arte de regatear que tú
tengas.
Y esto es China. Tenderetes al
lado de tiendas comerciales de lujo,
bicicletas compitiendo con los
Audis de gama alta, y un sinfín de
contrastes que hacen que vivir en
este país sea toda una aventura. Y
ya de los problemas informáticos,
internet, etc, etc... mejor ni
hablamos porque si algo tan
simple como el cambio de una toalla sucia se convirtió en un buen relato
corto, lo que es un poco más
sofisticado puede convertirse en
una novela decimonónica con ribetes gongorinos.
Recordando al poeta.. que descansada vida la del que huye del mundanal ruido y sigue la escondida senda por donde han ido, los pocos sabios que en el mundo han sido.... te envidio sanamente, y aunque no puedas leer este comentario por las restricciones de comunicaciòn que hay en China, te deseo una buena estancia en el paìs de cultura milenaria...fuerza Princesa de Asturias.
ResponderEliminarTu amigo Fredi