Domingo, 4 de marzo
Al detenerme en el puente del
Lingote de Plata, entre los lagos Hou Hai y Qian Hai llama mi atención el grupo
de patinadores que extienden sus habilidades sobre el lago Qian Hai. De
repente, no sé si estoy en Pekín o en la Flandes helada de Brughel. La
perspectiva con que Brughel pintó «Paisaje invernal con patinadores y trampas para aves» no debía de ser muy diferente a la que
capta el ojo de mi cámara. Acerco el zoom, y la realidad se aproxima de tal
forma que nada es lo que parece. ¿Patinan o simplemente caminan?
Fascinada por este juego de perspectivas
que nos ofrece la técnica, sigo caminando por Houhai Bei Yan y me adentro en la
vitalidad de China. De repente una
multitud en círculo llama mi atención.
Me aproximo al ruedo misterioso y veo con grata sorpresa que el protagonista es
un pájaro del tamaño de un jilguero, de movimiento ágil y gracioso. Erguido como un rey, nos mira a todos sobre un
pedestal de madera. Alguien del público lanza una moneda y él, con toda la
calma, baja de su jaula, camina hacia el yuan, lo recoge con su pico, regresa a
la jaula, guarda en ella la moneda, y vuelve a erguirse agradeciendo el aplauso
del público. Mientras, un hombre con tupé a lo Elvis Presley nos da las gracias
por las proezas de su pájaro. Motivos para sentirse orgulloso no le faltan y
especialmente, si compara su “ardua labor” con la del pobre taxista que le
contempla mientras espera que algún turista, esperemos que no muy pesado, se
suba en su bicitaxi.
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