sábado, 10 de noviembre de 2012

Weigongcun

Sábado, 5 de mayo



Weigongcun es un barrio popular que se extiende a lo largo de varias manzanas. Circunda la Universidad de Estudios Extranjeros (BFSU), y la Universidad Politécnica o literalmente Instituto Tecnólogico de Beijing (BIT). Sus calles son estrechas y el caos se adueña de las horas punta. Está dentro del tercer anillo, en la zona noroeste de Pekín, justo en la misma dirección que la Universidad Renmin, la archiconocida Universidad de Pekín y el Palacio de Verano.




Weigongcun y BFSU en el plano ciudad de Pekín


Weigongcun pasa desapercibido en las guías turísticas pero conserva todo el encanto de la auténtica ciudad pequinesa. Hay quienes ven en los cientos de sus centros comerciales y McDonald’s la esencia de la nueva China; consideran que lo popular es una especie a extinguir, una atracción más del turista incauto. Nada de los dos mundos es incompatible, y los pequineses disfrutan tanto de los grandes almacenes, como comprando por Internet, o tomando las calles cercanas a sus casas y comiendo al aire libre. La faz de esta gran urbe es poliédrica, y podríamos decir que alberga tantas ciudades dentro de sí misma como rostros tiene el alma humana. Así, cada atardecer, una masa ingente de vecinos habitan las calles de Weigongcun, bien sea para cenar en improvisadas terrazas, para hacer cola en el puesto de zumos, o para comprar fruta en los múltiples tenderetes.







En esta zona universitaria, próxima a la Biblioteca Nacional, imperan tanto los restaurantes como la alegre y distendida vida estudiantil. Los jóvenes organizan fiestas, se reúnen en los bares, aunque sus diversiones no pueden igualarse a los fines de semana españoles. En general, los alumnos chinos estudian bastante más que los latinos, y las fiestas terminan a la hora que comienzan en España. Lo que sí es habitual es verles cenar tanto en puestos callejeros, como en restaurantes típicos o en las cafeterías occidentales. Weigongcun destaca por su oferta gastronómica. Por un lado, carros y cajas de frutas, huevos, u hortalizas inundan sus calles y autovías, mientras que por otro, proliferan pequeños puestos de comida rápida asiática, como el sushi, o restaurantes internacionales de diferentes gamas, desde vietnamitas a italianos. También es frecuente practicar la medicina en plena calle, y así, un joven médico toma la tensión a los circundantes en una improvisada consulta.







 Nuestras cafeterías occidentales combinan magistralmente el encanto del este y el oeste, y en ellas, puede tomarse café, té, zumos recién hechos o diferentes tipos de pasta, sándwiches, o pizzas. Aunque la comida del país sea exquisita, perderse una vez por semana por estos oasis europeos es toda una necesidad. El sabor de la pizza o la ensalada, pese a su toque exótico, se agradece. Es sentirse más cerca de casa. Son lugares confortables, con amplios sofás, música anglosajona y donde los clientes pasan horas leyendo, tecleando en el portátil, o simplemente conversando en voz baja. Y dato importante: hay cuchillo y tenedor, detalle que se echa de menos cuando llevas meses comiendo con palillos.




La gran paradoja de Weigongcun es albergar varias universidades de las más importantes del país, mientras se muestra carente de librerías y quioscos. En sus largas manzanas, recorrerlas puede llevarte de quince a veinte minutos, sólo me he encontrado con dos puestos de prensa. Uno dentro del campus de mi universidad, y otro al lado del metro. Al no poder leer chino me siento perdida respecto a los periódicos del país. La BFSU tiene la deferencia de regalar a sus profesores extranjeros el China Daily.




 Cada tarde, al llegar a la residencia, este periódico con su inglés asequible, en las antípodas del Times, me espera en el casillero. Aunque el diario me gusta, mi gran incógnita es acerca de la prensa escrita china y de su situación actual. Nada tiene que ver ésta con la  estampa que  describía  Adolfo de Mentaberry en 1869. Realmente en aquel entonces la situación no podía ser más desoladora. Leamos sus propias palabras:


La gaceta de Pekín (Tchin – Pao) sólo contiene actos oficiales: nombramientos de mandarines, el título concedido a un dios de un río, el arco de triunfo acordado por el emperador a una viuda virtuosa (…). Y no menciono algunos diarios recientemente fundados en Hong – Kong y en Shangai, porque aún cuando se imprimen en lengua china, sus redactores son europeos y carecen generalmente de estilo y de sabor local .


Diario Guangming

Diario del pueblo



En la actualidad los periódicos más importantes de tirada nacional son: Diario del pueblo, y Diario Guangming. El primero es el portavoz del Gobierno, y el referente fundamental de la prensa escrita china. El segundo es una especie de recopilatorio de las noticias más importantes de la prensa extranjera. También, al igual que en España, existen periódicos provinciales y locales con tiradas muchísimo menores que estos mencionados. Y también, al igual que en el resto del mundo occidental, la prensa sufre una gran crisis, fundamentalmente a causa de la lectura electrónica, pero también debido a otros factores internos. En Pekín no es habitual ver a sus ciudadanos leer el periódico en los transportes públicos. En el metro, por ejemplo, se lee mucho pero la mayoría en formato electrónico, sea lector o ipad. Hay que tener también en cuenta la falta de espacio. Coger el metro a las cinco de la tarde, hora punta en Pekín, significa que no tienes sitio ni para el bolso colgado de tu hombro. La muchedumbre se hacina de tal forma que los brazos han de ir estrechamente pegados al cuerpo y no hay forma de llegar a la barandilla de sujeción. Simplemente te sustenta la marea humana. ¿Podéis imaginaros intentar sólo leer la portada del diario en estas condiciones?





Además, la gente joven, adicta a los últimos avances tecnológicos, no se despegan de su tableta informática, y ya no tienen hábito de leer el periódico a la antigua usanza. La presión de los propietarios de prensa ha sido tan grande que han llegado a lanzar ofertas en las que la suscripción durante un año implicaba comprar el periódico a menos de un yuan además de recibir un lote de regalos. He visto a mis alumnos leer la prensa pero siempre a través de sus ipads, y por supuesto, gratuitamente. No sé qué ocurrirá en el futuro, pero los periodistas lo tienen cada vez más difícil. Sin embargo, un hálito de esperanza me impide ser derrotista y pensar que la era informática es el fin de la prensa escrita. Simple anhelo, o tal vez, sentido común.





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