Miércoles, 14 de marzo
Al
igual que una música te atrapa y te sumerge en un mundo paralelo donde sólo
parece existir esa melodía, así a veces la pintura logra transportarme. El día
que asistimos al Palacio del Pueblo hubo un cuadro que llamó especialmente mi
atención. Te envolvía de tal forma en un paraje idílico de bosques y montañas
heladas que semejaba la misma conjunción de la vida humana, desde nuestro
nacimiento hasta la senectud, y aún más allá, hasta la propia muerte. Para nuestro
ojo occidental es impensable unir dos parajes separados por miles de kilómetros
como son las cálidas y húmedas montañas del sur de China con las gélidas
cumbres del Norte. Pero el pintor oriental es especialista en crear espacios
propios, una mezcla de surrealismo, simbolismo y romanticismo. El resultado no
puede ser mejor.
Durante
una semana, este paraje de blancos, grises, ocres y verdes me perseguía de tal
forma, que intenté descubrir quién lo
había creado y qué significaban los caracteres escritos en su parte
superior. La respuesta me llegó gracias a una interesante conversación con la
profesora Xu Lei. Lo mejor que a uno le puede pasar en un país extranjero es
rodearse de buenos amigos y si éstos, además,
conocen la cultura de su propia ciudad, entonces uno puede sentirse
afortunado. Las letras pertenecen a un poema de Mao y significan: «¡Qué
hermosos los ríos y montañas de nuestro país !».
El cuadro fue
realizado por dos maestros de la pintura contemporánea china, Fu Baoshi y Guan
Shanyue. Para pintarlo se necesitó un equipo de colaboradores que creaban desde
los pinceles hasta la propia tinta. Los obreros molían diariamente barras
sólidas hasta licuarlas mientras fabricaban pinceles del tamaño de una escoba.
Se necesitaron treinta hojas de papel de gran calidad (papel “xuan”) para
cubrir los 50 metros cuadrados
de su superficie. Cuando la obra estuvo terminada, el presidente Mao fue a
verlo y Fu Baoshi le explicó:
«De cerca se ven las montañas verdes y las aguas azules que representan el sur del país, mientras de lejos se ven los hielos y nieves, como símbolo del norte de China. Al medio pasan las dos grandes arterias acuáticas del país, el río Yangtsé y el río Amarillo, que conectan las dos partes del cuadro, significando la unidad y la prosperidad de China».
Cuentan que a Mao le gustó la explicación y decidió escribir sus versos sobre la propia pintura. El cuadro está valorado en 2.000.000 de yuanes, unos 250.000 euros.
Aunque
la explicación de Fu Baoshi es de agradecer, yo sigo ensimismada en el cuadro buscando las
arterias acuáticas de la próspera china. ¿Alguien puede verlas?
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